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"Quién nos curará del fuego sordo, del fuego sin color"







Y empiezo por un poema suplementario
-poema prescindible, si me atengo al juego-
quizás porque no sé por donde empezar;
quizás porque así son las normas
que me impongo a mí misma para teclear.

Seguir los números desordenados
para escribir un poemario que no sé donde va;
jugando una rayuela virtual
mientras releo
y me cuento una vez mas
lo que tengo de maga.
Aunque a veces pienso que no queda magia en mí
y otras veces me descubro
inventando conjuros al alba
para atar felicidades efímeras
y no olvidar lo inolvidable que me regalan los días.

Aunque al final resulte que nada tenía sentido,
aunque al final no sepa
quien nos curará del fuego sordo,
ese fuego sin color que hay días que parece quemarlo todo.
Aunque todas las palabras no sean mas que atenuaciones
para olvidar los dolores que cada noche espantan los sueños
y dejan las verdades al descubierto.
Al menos hoy pretendo jugar,
sin olvidar que para llegar al cielo sólo se necesita una piedrita
y la punta de un zapato.

(y tengo los bolsillos llenos de piedras,
por si encuentro el río
y decido dejarlo.)